Amar a tiempo completo

Me pegaste la manía de acariciar con los pies entre las sábanas y la sensación de frío permanente.

Yo te quise casi por casualidad, por el mismo motivo porque el que respiro. Por qué respiramos, nos sentamos, dormimos en una cama, salimos a la calle con dos zapatos o usamos pasta de dientes? Por que se ha dado la casualidad de que hemos nacido humanos y no mono, pájaro o araña, y hacemos estas cosas que nos han venido dadas por casualidad, sin planteárnoslas siquiera, porque son parte de lo que somos y no conocemos otra cosa.

Contigo olvidé muchas cosas que yo era para poder recordarte mejor. Sé como te gusta el café de cargado por las mañanas (aunque a mi me de igual), sé cual es tu color favorito (aunque yo no tenga) y sé cómo te gustan los besos (aunque yo solo acepte los tuyos).

Recuerdo con qué gesto arrusgate el ticket de aquel restaurante cerca del puerto, pero no acierto a decir qué vestido llevaba yo, qué hacía yo mientras, si estaba fumando, atándome los cordones quizás, o simplemente contemplándote, dedicando esos minutos de mi existencia, como muchos otros, a la tuya. Seguramente intentando resguardarme un poco del frío entre un abrigo demasiado ligero para aquella época, y dando pasitos quebradizos detrás de ti, porque a ti te apetecía dar un paseo, porque no hacía frío ninguno, las luces eran espectaculares y la noche estaba preciosa, dijiste, aunque a mí todavía no me lo habías dicho, ni me lo llegaste a decir.

Vivir a expensas de las alegrías de otro, tiene un precio, sí, la anulación, el desconocimiento personal, la identidad mancillada, la pérdida de lo propio; pero también tiene sus ventajas: cuando has vivido así, sabes con total certeza que los demás han cometido más estupideces que tú (porque las has visto) aunque tú no hayas acertado a tener iniciativa de nada. Sabes lo que es mirar a tu lado y ver a alguien que te está dando la mano, sin saber cuál de las dos manos es la tuya, porque las dos forman parte de ti. Sabes lo que es despertarte de una pesadilla y sentir que estás bien porque hay otra respiración dormida a tu lado en la cama.

Y sabes, sabes que has amado más que cualquier otra cosa, que no has dedicado tu vida a ti mismo, ni a tus logros, pero la has dedicado a amar, y eso hace que te sientas un poco tonto a veces, pero nunca solo, y cada vez que recuerdas su sonrisa, tampoco arrepentido.

Deja un comentario